DÍA 16: ORACIÓN POR LA MANERA ORDENADA POR DIOS

Hch. 2:46-47; 1 P. 4:10; 1 Co. 14:26; Ef. 4:12, 16

Para que los santos utilicen las circunstancias actuales para cultivar una vida de iglesia más vital, más prevaleciente, más fructífera y en mayor conformidad con la manera ordenada por Dios al ser liberada la función orgánica de cada santo (Hch. 2:46-47; 1 P. 4:10; 1 Co. 14:26; Ef. 4:12, 16).

Hch. 2:46-47—Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan de casa en casa, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y manifestando gracia a los ojos de todo el pueblo. Y el Señor incorporaba día tras día a los que iban siendo salvos.

1 P. 4:10—Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos mayordomos de la multiforme gracia de Dios.

1 Co. 14:26—¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene enseñanza, tiene revelación, tiene lengua, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.

Ef. 4:12, 16—A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo, de quien todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor.

Ministerio: El incienso que se añade a la oración

Apocalipsis 8 nos muestra cómo Dios en Su administración va a juzgar esta era. Pero este juicio está en espera de las oraciones de aquellos que han recibido la redención de la sangre y la aniquilación de la cruz. Este juicio está esperando las oraciones de aquellos que han sido resucitados para ir en pos de Su corazón, y que se mantienen firmes en la posición de muerte, permitiendo así que el Cristo resucitado se una a sus oraciones. Esas oraciones, por tanto, han de ser oraciones extraordinarias, las cuales pueden juzgar y concluir esta era. Repetimos, la razón por la que ellos son capaces de orar por tales asuntos tan elevados e importantes es porque han sido aniquilados por la cruz y así el Cristo resucitado puede añadirse a sus oraciones. Éste es el significado del incienso añadido a las oraciones. (Lecciones acerca de la oración, pág. 177)

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DÍA 17: ORACIÓN PARA QUE LOS SANTOS SEAN SACERDOTES QUE LABORAN

Ro. 15:16; 2 Ti. 4:2; Hch. 10:24

Para que todos los santos sean vigorizados como sacerdotes del evangelio que laboran, quienes predican la Palabra a tiempo y fuera de tiempo a sus parientes, amigos, colegas y personas con quienes se relacionan a fin de ganarlos y ofrecerlos como ofrenda santificada a Dios (Ro. 15:16; 2 Ti. 4:2; Hch. 10:24).

Ro. 15:16—Para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles, un sacerdote que labora, sacerdote del evangelio de Dios, para que los gentiles sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo.

2 Ti. 4:2—Que proclames la palabra; que te mantengas preparado a tiempo y fuera de tiempo; convence, reprende, exhorta con toda longanimidad y enseñanza.

Hch. 10:24—Al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y amigos más íntimos.

Ministerio: En el nombre del Señor Jesús: El compromiso de Dios

La iglesia no puede obtener una autoridad mayor en la tierra que la de actuar en el nombre del Señor Jesús. El Señor ha encomendado Su nombre a la iglesia. Esta es la mayor encomienda posible, puesto que este nombre es El mismo. Todo lo que usted hable en el nombre del Señor Jesús viene a ser lo que El mismo habla. Todo lo que usted pida en el nombre del Señor Jesús llega a ser lo que El pide. Lo que usted decida en el nombre del Señor Jesús se convierte en lo que El decide. La iglesia tiene la autoridad de hablar en el nombre del Señor. ¡Qué gran cosa le ha encomendado Dios a la iglesia! (El ministerio de oración de la iglesia, págs. 54-55)

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DÍA 18: ORACIÓN PARA PERSEVERAR

Hch. 2:42; Mt. 6:6; 18:19-20; Col. 4:2; 1 Ts. 5:17

Para que los santos perseveren en la oración, y para que su vida de oración sea edificada a nivel personal, en grupos pequeños y en las reuniones de la iglesia hasta que la oración nunca cese (Hch. 2:42; Mt. 6:6; 18:19-20; Col. 4:2; 1 Ts. 5:17).

Hch. 2:42—Y perseveraban en la enseñanza y en la comunión de los apóstoles, en el partimiento del pan y en las oraciones.

Mt. 6:6—Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Mt. 18:19-20—Otra vez, de cierto os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por Mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.

Col. 4:2—Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias.

Ministerio: La oración de autoridad

En la Biblia aparece una oración muy elevada y espiritual, pero muy pocas personas hacen dicha oración, y pocas son las que le prestan atención. ¿Cuál es esta oración? Se trata de “la oración de autoridad”. Sabemos que existe la oración de alabanza, de acción de gracias, de petición y de intercesión. Pero pocos sabemos que existe una oración de autoridad. La oración de autoridad es una oración que ordena y es la oración más crucial y más espiritual que se encuentra en la Biblia. Esta clase de oración constituye una señal y una declaración de autoridad.

Hermanos y hermanas, si desean ser hombres y mujeres de oración tienen que aprender a orar con autoridad. Esta clase de oración la describe el Señor en Mateo 18:18: “Todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo” (Reina-Valera 1960). En este versículo vemos una oración que ata y una oración que desata. La acción del cielo depende de la acción de la tierra. El cielo escucha a la tierra y obedece al mandato de la tierra. Todo lo que la tierra ate será atado en el cielo, y todo lo que la tierra desate será desatado en el cielo. La tierra no ora; sólo ata y desata. Esto es orar con autoridad. (El ministerio de oración de la iglesia, pág. 63)

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DÍA 19: ORACIÓN POR LOS VENCEDORES

Ap. 2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21; 12:5, 10-11; 14:1-5

Para que los santos respondan al llamado del Señor y sean constituidos vencedores a fin de ser el instrumento dispensacional que el Señor utilice para cambiar la era (Ap. 2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21; 12:5, 10-11; 14:1-5).

Ap. 3:21—Al que venza, le daré que se siente conmigo en Mi trono, como Yo también he vencido, y me he sentado con Mi Padre en Su trono.

Ap. 12:5—Y ella dio a luz un hijo varón, que pastoreará con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado a Dios y a Su trono.

Ap. 12:10-11—Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de Su Cristo; porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por causa de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y no amaron la vida de su alma, hasta la muerte.

Ministerio: La oración de autoridad

La Biblia nos muestra la relación que existe entre la oración, el ayuno y la autoridad. La oración indica que buscamos a Dios, mientras que el ayuno indica que nos negamos a nosotros mismos. ... Tenemos que buscar a Dios y negar el yo al mismo tiempo. Cuando seguimos a Dios y al mismo tiempo nos negamos a nosotros mismos, inmediatamente surge la fe. Cuando tenemos fe, tenemos autoridad para ordenarles a los demonios que se marchen. Hermanos y hermanas, si vamos en pos de Dios y no nos negamos a nosotros mismos, no tenemos ni fe ni autoridad. Pero si vamos en pos de Dios y negamos nuestro yo, inmediatamente tendremos fe y autoridad, y podremos ofrecer oraciones de fe y de autoridad. Hermanos y hermanas, las oraciones más importantes y más espirituales son la oraciones de autoridad. (El ministerio de oración de la iglesia, pág. 76)

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DÍA 20: ORACIÓN PARA ATAR AL ENEMIGO

Mr. 3:27; 1 Jn. 3:8; Ap. 12:10-11; Lc. 18:7

Para que el enemigo, Satanás, sea atado, las obras del diablo sean destruidas, el acusador de los hermanos sea arrojado y para que a los santos se les haga justicia respecto de su adversario (Mr. 3:27; 1 Jn. 3:8; Ap. 12:10-11; Lc. 18:7).

Mr. 3:27—Pero nadie puede entrar en la casa del hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no ata al hombre fuerte, y entonces saqueará su casa.

1 Jn. 3:8—El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto se manifestó el Hijo de Dios, para destruir las obras del diablo.

Ap. 12:10-11—Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de Su Cristo; porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por causa de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y no amaron la vida de su alma, hasta la muerte.

Lc. 18:7—¿Y acaso Dios no hará justicia a Sus escogidos, que claman a Él día y noche aunque los haga esperar?

Ministerio: Una provisión plena para nuestra oración

Nuestras debilidades se manifiestan más en nuestras oraciones. Ninguna otra actividad expone nuestras debilidades espirituales tanto como la oración. Sabemos cuán difícil fue para los discípulos orar en el huerto de Getsemaní; no pudieron velar ni orar. Pero damos gracias al Señor porque tenemos al Espíritu poderoso que nos ayuda. Debemos confiar en el Espíritu que mora en nosotros contando en que Él opere en nosotros conforme a Su poder, porque Él es nuestro socorro cuando somos débiles y necios. Aunque no sabemos cómo orar, el Espíritu Santo, quien conoce la voluntad de Dios, está en nosotros y Él nos enseñará a orar conforme a ella. Nos enseñará a tener comunión con Dios de manera inteligente y nos introducirá en la realidad de la comunión. Debemos confiar en el Cristo en quien creemos y en el Espíritu que nos sustenta y nos ayuda a orar.The Collected Works of Watchman Nee, vol. 38 [Las obras recopiladas de Watchman Nee, t. 38], págs. 460-461)

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Perseverad en la oración.