Mt. 6:1-6; Col. 3:3

Oremos para que los santos, como ciudadanos del reino e hijos del Padre celestial, manifiesten la vida espiritual que corresponde con la naturaleza escondida y misteriosa de la vida divina, al orar en secreto a su Padre celestial para experimentar así un disfrute secreto del Padre y recibir una respuesta secreta de Él (Mt. 6:1-6; Col. 3:3).

Mt. 6:1-6—Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa ante vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen toda su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres; de cierto os digo que ya tienen toda su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Col. 3:3—Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

Perseverad en la oración.