Mt. 24:40-47; Ap. 21:2; 19:7-9
Oremos para que los santos velen y sean prudentes, y para que experimenten todo lo necesario para ser preparados y estar dispuestos “como una novia ataviada para su marido” y sean “llamados a la cena de las bodas del Cordero” (Mt. 24:40-47; Ap. 21:2; 19:7-9).
Mt. 24:40-42—Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en el molino; la una será tomada, y la otra será dejada. Velad, pues, porque no sabéis en qué día viene vuestro Señor.
Mt. 24:45-47—¿Quién es, pues, el esclavo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a su debido tiempo? Bienaventurado aquel esclavo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.
Ap. 21:2—Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una novia ataviada para su marido.
Ap. 19:7, 9—Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y Su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero.
Perseverad en la oración.