PERSEVERAR EN LA INTERCESIÓN

29 DE ABRIL DEL 2020

Queridos santos:

Cuánto agradecemos al Señor por Su abundante suministración a las iglesias y a los santos en Su recobro, la cual ha capacitado a muchos para interceder como un solo hombre durante este mes que pasó. En la historia del recobro del Señor jamás habíamos tenido tal oración ininterrumpida a nivel global. Si bien es nuestro sentir concluir esta labor coordinada este 30 de abril, esperamos en el Señor que ésta no haya sido apenas una temporada de oración, sino que el Señor habrá de sustentarnos a todos nosotros para seguir avanzando en nuestra vida de oración personal y en el ministerio corporativo de oración de la iglesia.

 Tenemos la convicción de que todos los santos que asumieron esta carga pudieron obtener cierta comprensión de la perseverancia que la oración de intercesión requiere (Col. 4:2). Esto se debe a que en la esfera invisible arrecia una guerra entre Dios y Su enemigo, Satanás. Por supuesto, el propósito de Dios se cumplirá a la postre, pero cuán pronto se cumpla y quién se manifieste que está ganando la batalla en un tiempo en particular, dependerá del grado en que el pueblo de Dios coopere con Él en oración. Satanás sabe esto, así que él procura impedir nuestra oración por todos los medios. De hecho, debido a que la totalidad de la corriente de esta era es contraria a nuestra oración, el hermano Lee nos dijo: “Perseverar en oración es como remar contra la corriente. Si no perseveran, serán llevados por la corriente río abajo. Indudablemente, perseverar de este modo, al remar o al orar, requiere de mucha energía” (Estudio-vida de Colosenses, págs. 610-611). Debido a esto, necesitamos ser fortalecidos por el Señor (Ef. 6:10).

 El hermano Lee nos dio algunos consejos prácticos para ayudarnos a perseverar en oración. Primero, nos exhortó a tener transacciones exhaustivas con el Señor e incluso hacer un voto ante Él con respecto a nuestra vida de oración. Tal voto expresa nuestra aspiración a ser una persona de oración, al mismo tiempo que reconocemos que necesitamos que el Señor nos capacite para poder ser fieles y cumplir nuestro voto. Segundo, necesitamos separar uno o más tiempos definidos cada día para dedicarlos a la oración (Dn. 6:10). Debiéramos considerar que nada es más importante que la oración y no permitir que nada usurpe estos tiempos que separemos para orar ni que nada interrumpa nuestra oración. Tercero, debemos considerar nuestro hablar en nuestra vida diaria, puesto que hablar descuidadamente apagará nuestro espíritu de oración (Ef. 4:29-30; cfr. 1 Ts. 5:19 y la nota). Cuarto, necesitamos usar nuestro espíritu, ejercitar nuestra voluntad, aquietar nuestra mente y regular nuestras emociones a fin de poder orar apropiadamente (Ef. 6:18; 2 Ti. 1:7; 1 P. 4:7). Quinto, la experiencia nos enseña que orar con un compañero nos ayuda a desarrollar regularidad y constancia en nuestra oración (véase Estudio-vida de Colosenses, págs. 611-613, y Estudio-vida de Efesios, págs. 558-561, para más detalles sobre estas prácticas que son de ayuda).

 Ejercitarnos en la oración de tal modo nos brinda tremendos beneficios. Esto hace que nos mezclemos con el Señor de modo que lleguemos a ser una reproducción de Él como hombre de oración (Mt. 14:23; Mr. 1:35; Lc. 5:16). Esto hace que pongamos nuestra mente en las cosas de arriba, en lugar de ponerla en asuntos terrenales relacionados con nuestros propios intereses (Col. 3:2). Esto nos permite unirnos al ministerio intercesor del Cristo ascendido en pro de los intereses de Dios sobre la tierra (Ro. 8:34; He. 7:25). Esta oración intercesora, la cual se lleva a cabo en Cristo y con Cristo como incienso, no es “aquella oración que hacemos por nosotros mismos, sino oración para que se ejerza la administración divina, para que se imparta el suministro de gracia procedente de Dios y para interceder por las iglesias y los santos. Tal oración es un incienso fragante para Dios: lleva a cabo Su propósito, satisface Su deseo y deleita Su corazón” (Éx. 30:7 y la nota 1). Además, al acercarnos al trono de la gracia en oración, recibimos misericordia y hallamos gracia para el oportuno socorro (He. 4:16). Nuestra oración traerá bendición a nosotros mismos, a nuestras iglesias y a nuestras naciones.

 Independientemente de que a nuestro parecer hayamos tenido éxito o hayamos fracasado en nuestra oración durante los treinta días pasados, es necesario que sigamos adelante y a partir de ahora avancemos. Recomendamos encarecidamente a todos los santos que tomen las treinta cargas de oración sugeridas en el sitio: unceasinglypray.org y que las presenten nuevamente en oración durante el mes de mayo. Tenemos la convicción de que si vuelven a orar estos treinta ítems y los versículos que los acompañan, percibirán que hay muchas cosas que aún requieren de nuestra intercesión continua. Que el Señor fortalezca a Su recobro y haga de nosotros Su casa de oración (Mr. 11:17). Alabemos a nuestro Sumo Sacerdote que es fiel y misericordioso, el cual está encumbrado por encima de los cielos (He. 2:17; 7:26) y quien nos hace uno con Él en Su ministerio celestial de intercesión (Jac. 5:17 y la nota).

 Sus hermanos en Cristo,

Los colaboradores en el recobro del Señor