Ap. 8:1-8
Oremos para que los santos ofrezcan oraciones a las que Cristo, como el otro Ángel, pueda añadir incienso de modo que desde el trono de Dios sea arrojado el fuego del justo juicio de Dios sobre la tierra, para juzgar toda impiedad e iniquidad (Ap. 8:1-8).
Ap. 8:1-8—Y cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. Otro Ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para que lo ofreciese junto con las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del Ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. Y el Ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto. Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas. El primero tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclado con sangre, que fue lanzado sobre la tierra; y la tercera parte de la tierra se quemó, y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde. El segundo ángel tocó la trompeta, y algo como una gran montaña ardiendo en fuego fue lanzada al mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre.
Perseverad en la oración.